Érika Guzmán, estudiante de arquitectura con 20 años de edad,
denunció que empleados de la cadena Walmart la humillaron, desnudaron e
insultaron tras acusarla injustamente del robo de un lápiz labial.
Refirió
que el pasado martes por la noche ella y su padre ingresaron al
supermercado Walmart Poniente de Tuxtla Gutiérrez para comprar un tinte
para el cabello. Estando en el área de cosméticos, probaron algunos
productos y la joven aprovechó para sacar su lápiz labial y pintarse.
Al
llegar a la caja número uno, Guzmán fue interceptada por un agente “de
prevención”, llamado Alexis “N”, quien le dijo que no se podía retirar
hasta pagar el lápiz labial que se había robado. Además, fue llamada en
varias ocasiones ratera y se le exigió asistir a un cuarto privado para
ser sometida a una revisión.
“Le dije que me llevara al lugar
donde según él había yo tomado el labial. Me dijo que por favor le
dijera donde estaba, a lo que le dije que no sabía nada de ello, que si
según él me vio ponérmelo o tomarlo que me indique donde está”, dijo
Érika vía telefónica.
Después me llamó ratera, me dijo que lo
llevaba en mi pantalón. Le dije que lo buscara si es que así era. Me
dijo ratera y que llamaría a la policía, le dije que me estaba
difamando. Llegué con la gerente Eunise ‘N9 y le dije que si podía ver
el video donde según el señor yo tomaba el labial, contestaron que no
podía que porque era de ellos, les dije que conocía mis derechos de los
cuales me privaron posteriormente.
“Me metieron a una bodega. Me
volvieron a llamar ratera. Me desnudaron. Me hicieron quitar la blusa, y
me tocaron los senos. No dejé que me quitaran el pantalón. Revisó mi
lapiz labial que de por sí llevaba y se percató que no era de la tienda.
No encontraron nada. Notificó a la gerente Eunise ‘N’ que no llevaba
nada, pero me retuvieron hasta que dieron la orden de soltarme”, narró.
Su
madre, harta del acoso psicológico al que estaban siendo expuestas, les
dijo que les pagaría el lápiz labial. Posteriormente se percató que le
habían cobrado el doble “por abusiva”. Es decir, de 95.50 pesos fue
obligada a desembolsar 191 pesos en efectivo.
Tras liberarla, los
empleados le señalaron que no querían volverla a ver nunca más en la
tienda, Y cuando al salir de la tienda la joven tomó algunas fotografías
con su celular, los empleados la alcanzaron y la obligaron a borrar las
imágenes.
La joven se dirigió con su madre a la agencia de
ministerio público de la Procuraduría General de Justicia del Estado
(PGJE) donde le rechazaron la denuncia penal. Le preguntaron: “¿Qué
buscas con denunciar?”, insinuándole que esperaba dinero por el agravio.
“Me
dijeron que no procedía porque no había delito que perseguir y que
prácticamente yo me entregué por mi gusto y voluntad para que me
desnudaran y esculcaran”, mencionó.
A la joven no le quedó otra
opción que hacer la denuncia pública en las redes sociales para alertar a
los clientes de los abusos y humillaciones que podrían sufrir los
consumidores de esta tienda departamental.
www.proceso.com.mx/?p=371724
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