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Calderón pidió la cabeza del embajador Pascual: Clinton

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Enfilada hacia la carrera presidencial de 2016, la exsecretaria de Estado estadunidense, Hillary Clinton, revela en su libro Decisiones difíciles que en el sexenio pasado el entonces presidente mexicano, Felipe Calderón, le pidió la renuncia de Carlos Pascual como embajador de EU en México.

“Calderón me dijo que ya no quería seguir trabajando con Carlos (Pascual) e insistió en que fuese reemplazado”, recuerda Clinton, luego de una reunión que sostuvo con el panista tras el escándalo de Wikileaks y que describe como una de las más duras en las que ha estado.

“Cuando acabó (la reunión), le dije a Carlos (Pascual) que no tenía más remedio que traerlo de vuelta a casa, pero le aseguré que le encontraríamos una misión que se ajustase a su habilidad y su experiencia”, abunda Clinton en sus memorias publicadas este martes, según información difundida por el diario Reforma.

En el libro, que en Estados Unidos se ha interpretado como un primer paso hacia la carrera presidencial de 2016, la exprimera dama asegura que Calderón estaba lívido tras conocer la opinión de Pascual sobre el Ejército mexicano al que calificó de poco profesional.

“(Fue la canciller Patricia) Espinosa quien me sugirió encontrarme con él para ofrecerle una explicación y una disculpa”, explica.

También cómo cuando Calderón llegó al poder tras el sexenio de Vicente Fox, el problema del narcotráfico en México había alcanzado dimensiones preocupantes.

“Las bandas de la droga habían mutado en organizaciones paramilitares y miles de personas morían cada año”, señala.

En su libro, la exsecretaria de Estado destaca que en sus reuniones privadas el panista insistía en temas como el tráfico de armas y la legalización de la mariguana en algunos estados de EU.

“(Me preguntaba que) cómo pensábamos que México podría luchar contra narcotraficantes bien armados si éstos pueden comprar armas al otro lado de la frontera y, mientras, algunos estados (de EU) legalizan la mariguana".

“Eran preguntas incómodas pero justas”, reconoce.

Asimismo, describe a Calderón como un hombre apasionado por frenar la violencia que sufría su gente.

“Irradiaba la intensidad de un hombre con una misión muy personal. La brutalidad de los narcotraficantes le ofendía y dinamitaba sus planes sobre educación y creación de empleo”, apunta en Decisiones difíciles.

En las cuatro páginas dedicadas a México en sus memorias, Clinton también recuerda las críticas que recibió en su país al aceptar públicamente que el narcotráfico es un asunto que concierne a Estados Unidos y no sólo a otros países.

Y hace énfasis en la percepción equivocada de México en el país del norte como una “tierra empobrecida cuyos habitantes están desesperados por abandonar para ir al norte”.

“La verdad es que México es una economía que ha brillado en los últimos años, con una clase media que está surgiendo y una democracia que ha hecho significativos avances”, contrasta.

En sus memorias, Clinton recuerda a la excanciller mexicana Patricia Espinosa como “una de mis mejores colegas y una buena amiga”.

Uno de los cables diplomáticos que dio a conocer WikiLeaks en 2010 y que más disgustaron a Calderón fue el del embajador Pascual, quien aseguró que las instituciones de seguridad de México “están a menudo presas de una competición de suma cero en la que un éxito de un organismo se ve como el fracaso del otro (…) El fracaso en la reducción de la violencia ha centrado la atención en lo que se entiende un fracaso de los militares”.

En respuesta a esas afirmaciones, Calderón dijo en aquel entonces: “El embajador o quienes generaron los cables le echaron mucha crema a sus tacos. Querían levantar sus propias agendas ante sus jefes (…) No acepto ni tolero ningún tipo de intervención”.

Y la embajada de EU justificó: “Los informes enviados por cable no representan la política de EU. Con frecuencia son instantáneas impresionistas de un momento en el tiempo. Pero al igual que las instantáneas, pueden estar fuera de foco o no ser halagadoras”.

Cuatro años después el tema vuelve a la palestra con la publicación del libro de Hillary Clinton, quien el pasado jueves 5 dijo estar consciente de que tiene una decisión que tomar sobre buscar convertirse en la primera mujer en ser presidente de Estados Unidos.

En entrevista con la revista People, la exsecretaria de Estado afirmó que desea disfrutar el momento –está a punto de convertirse en abuela– y analiza “lo que creo que es correcto para mí”. Pero agregó que muchos estadunidenses piensan que el país tiene “asuntos sin terminar” al enviar a la primera mujer a la Casa Blanca para seguir los pasos de Argentina, Alemania, Brasil y Chile, entre otros.

“Definitivamente estoy en el bando que dice que necesitamos romper el techo de vidrio más alto y duro de la política estadunidense”, dijo la exsenadora. “Tener una mujer presidenta es algo que me encantaría ver que sucediera, pero tendré que tomar mi propia decisión sobre lo que pienso que es correcto para mí”, apuntó.

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