Chiapas es el epicentro de la migración, pero no es prohibiendo el
tránsito en el tren ―“la bestia”― como el gobierno federal evitará que
miles de hombres, mujeres y niños emprendan el viaje hacia Estados
Unidos, consideró Fabio Martínez Castilla, arzobispo de Tuxtla
Gutiérrez.
“Nunca un muro, nunca una prohibición será la
solución”, dijo Martínez sobre la estrategia del Estado mexicano para
regular el flujo migratorio.
Incluso, consideró que ésta podría
ser un plan de escritorio, resultado de la presión o de intereses
políticos individualistas, que no dará respuesta a la compleja realidad
que viven los migrantes.
Este domingo en una conferencia de
prensa, que celebró en las oficinas de la Catedral Metropolitana “San
Marcos”, subrayó que la problemática no será resuelta únicamente con
medidas legislativas, políticas públicas, o con el uso de la fuerza.
“La
solución es una conversión cultural y social profunda, que permita
pasar de la cultura de la cerrazón a una cultura de la acogida y el
encuentro”, enunció.
El fenómeno migratorio es complicado, y
requiere de la unión de esfuerzos de todos los actores que en él
participan, a partir de tres ejes:
Fabio Martínez exhortó a los
países de donde son originarios la mayor parte de los migrantes a
generar una política que garantice seguridad y oportunidades de trabajo
de manera equitativa, para que su población no tenga la necesidad de
partir.
A los países de paso como México, pidió que ofrezcan una
buena estancia, con calidez y calidad, a la población que llega a los
albergues de migrantes y otras estancias similares.
En este
sentido, detalló que la Iglesia Católica ofrece casas del migrante,
sobre todo en la diócesis de Tapachula, de donde depende la parroquia de
Arriaga, el municipio donde miles de migrantes suben a “la bestia”.
Y
a Estados Unidos, Canadá y otros países de destino migratorio, pidió
que den un trato digno y respetuoso a quienes llegan en busca de una
mejor calidad de vida.
Asimismo, llamó a los migrantes a integrarse al país que los acoge, “respetando sus leyes y la identidad nacional”.
Los
Estados tienen el derecho y el deber de defender sus fronteras; sin
embargo, en ningún caso es aceptable que violen los derechos humanos de
quienes luchan por vivir mejor, puntualizó el arzobispo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario