Tía Susana era sin duda, la tía favorita
de todos los menores de la familia, por ser la campeona mundial y
olímpica de la consentidera: no sólo era impensable que regañara a
ninguno de sus hijos, sino que además, era su abierta cómplice y
defensora: no se acabara la comida y la dejara en el plato, reprobara
año o se dejara de lavar la boca un año; todo consentía. Sí, pero cuando
fue a dar uno de ellos a la Correccional de Menores (y ahí se estuvo
hasta cumplir los 18), todo mundo estuvo de acuerdo, sin decírselo, en
que fue responsabilidad de ella, que todo les permitía, pero la tía
Susana se la vivía diciendo que ¿qué había hecho ella para merecer eso?
Como la tía Susana está el gobierno
federal de unos años para acá, permitiendo todo y ahora preguntándose
¿por qué?, ¡¿por qué Dios mío?!
Ya desde que pasó lo del 68 empezó la
moda de que el gobierno dejara que la gente (si era mucha), hiciera lo
que le viniera en gana; luego, cuando se le plantó enfrente el EZLN, el
país entero se quedó boquiabierto (y aliviado, es justo decirlo), de que
a quienes le declararon la guerra al Estado los invitara a echarse una
platicada y, la verdad sea dicha, les funcionó, porque lograron aplacar
la cosa con la menor cantidad posible de sangre.
Primero la capital de la república se
volvió un “marchódromo” y aparte de los que iban a protestar con
legítimas exigencias, otros perversos descubrieron que era un negocio
muy productivo… y algunos del gobierno encontraron en ello otro filón de
ingresos no respetables pero sí abundantes, patrocinando marchas y
plantones para después “arreglarlos” y en el camino quedarse con una
buena parte. Y poco a poco se regó al resto del país la modita de la
protesta impune e ilimitada, hasta llegar al extremo de los sucesos del
conflicto magisterial en el 2006 Oaxaca, cuando la CNTE prácticamente se
adueñó de la capital y hoy del estado completo, con otro gobernante que
es su rehén.
Así, permitiendo, permitiendo, y
creyendo que todo era cosa de corromper parejo, repartiendo dinero,
presupuesto y rebanadas de poder chiquito, se le olvidaron al gobierno
dos cosas: la gente y los de a de veras:
La gente, porque el tenochca simplex
paga los platos rotos y sufre las consecuencias del no raro vandalismo
en que incurren los marchistas, incluidas ilegalidades de varia
invención como impedir el acceso a aeropuertos o centros comerciales, o
impedir el libre tránsito por calles y carreteras.
Y los de a de veras porque, aparte de
los grupos que viven de la industria de la protesta, hay de esos, los
convencidos de sus ideas e ideales, los ofendidos, humillados,
ninguneados, justamente enchilados que organizan guerrillas o protestas
que tal vez no resuelvan nada pero en algo sacian el afán de revancha y
desquite que tienen los que no tienen nada.
Se le olvidaron esas dos cosas al
gobierno y una más: nada resiste todo. No hay ningún cuerpo con
elasticidad que aguante infinitamente, ni que contenga volúmenes sin
límite; si de grano en grano la gallina llena el buche, de gota en gota
se acaba la paciencia de la gente.
Ayer mismo el Presidente de la república
declaró (no es cita), que las protestas en curso son, por un lado, las
justificadas de parte de los deudos de los de Ayotzinapa, y por el otro,
las injustificadas de aquellos que parece apuestan en contra del
progreso del país (… mmm, ya vamos a empezar). Y la secretaria de
Cultura del PRI, Beatriz Pagés, publicó un editorial en el portal del
tricolor, en el que dice: “La cadena de protestas y actos vandálicos
-perfectamente bien orquestados- replicados en varias partes del país
demuestra que la desaparición y probable exterminio de los 43 jóvenes
normalistas de Ayotzinapa forma parte de una trampa estratégicamente
puesta a México (…)”, y agrega (ya no es cita textual), que se está
tendiendo una trampa a México con el fin de crear el efecto de que el
país se está quemando.
No, don Peña. No, doña Pagés. Miren:
Sí es muy cierto don Peña, que ni usted
ni su gabinete, son responsables del descontento centenario en lugares
como la sierra de Guerrero, de acuerdo, ni de la existencia de los
grupos urbanos que viven de marchas, protestas y violencia por encargo,
también de acuerdo, pero al postularse como candidatos, al hacer
campaña, ganar las elecciones (a las chuecas o a las derechas), y jurar
sus cargos, asumieron junto con las mieles del poder sus
responsabilidades, entre ellas la obligación de hacer cumplir la ley. No
lo hacen.
Sí es muy cierto, doña Pagés, que al
menos en los medios, se está creando la impresión de que el país se está
quemando, pero es que aunque no sea en todo el país, sí hay llamas, sin
que sea necesaria la existencia de un plan perverso orquestado en
sótanos o capillas de complotados, que pasaría por provocar los sucesos
de Iguala, no: el habitual abandono de sus responsabilidades como
gobierno, hace propicio el ambiente a cualquier desafuero en casi
cualquier parte del país. Barato nos anda saliendo.
Por lo pronto, aparte de que el PRI se
extrañe de lo que está pasando y lo atribuya a conjuras por comprobar,
por qué no, mientras, nos van explicando clarito, pero clarito, clarito,
el origen de las propiedades del Presidente de la república. La casa
blanqueada, la de la esposa del Presidente, se las damos por buena,
porque qué pena que la señora vaya a salir a darle explicaciones al
peladaje (todos nosotros): no señora, por nuestra parte, ni se preocupe,
pero que su marido sí nos explique qué tiene y de donde salió.
Luego hablamos de paz, seguridad y progreso, vamos empezando así, primero, lo primero.
Nos deben muchas explicaciones los tres
partidos políticos -PRI, PAN y PRD-, donde y cuando han sido y son
gobierno, no han cumplido con ninguna de sus obligaciones principales:
ni han sido genuinamente democráticos, ni han combatido la corrupción,
ni han propiciado el desarrollo, porque no cumplen ni hacen cumplir la
ley, ninguno.
Y ahora resulta que les extraña que sepan a caca las tortas de caca.
Ayer mismo el Presidente de la república
declaró (no es cita), que las protestas en curso son, por un lado, las
justificadas de parte de los deudos de los de Ayotzinapa, y por el otro,
las injustificadas de aquellos que parece apuestan en contra del
progreso del país (… mmm, ya vamos a empezar).
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