Aún viven en zona de riesgo

Sobre ese paisaje enmontado y lleno de arbustos sobresales aún las trabes, las cadenas, algunas varillas impregnadas de concreto, trozos de ladrillos y blocks que sirvieron algún día de sostén de alguna vivienda.

Continúa en ese mismo lugar el panorama de hace dos años, muchas casas en posición de declive o semi-hundidas a un barranco; los montículos de concretos que sirvieron de base para unas calles pavimentadas han cedido el paso a grandes extensiones de pastos, todo ha sido cubierto de malezas en lo que un día fue calle. El panorama simula a una pequeña muestra de zona de guerra.

Los habitantes de la colonia Seis de Junio aún no se reponen de aquel  momento en que su patrimonio hecho a base de esfuerzo se vino abajo, según ellos, por una mala planeación de  Smapa al  introducir el sistema de tuberías en esa zona y no compactar bien la tierra de características barrosas.

-Fue el 10 de septiembre del 2013  en la noche  empezamos a escuchar crujidos en la tierra y de repente todo se empezó a mover, tuvimos que salir corriendo para que no nos pasara nada, desde lo lejos mirábamos como una gran parte de nuestro terreno se lo llevaba la corriente de agua-

El recuerdo de don Pedro todavía  cala al  recordar que de los 25 metros  que tenía de patio solamente le quedó el cuadro de su vivienda donde todavía hace vida cotidiana a pesar que aquella noche las autoridades de protección civil le recomendaron evacuar por el peligro que representa.

-Pero a dónde me voy a ir con mi familia, dígame, si es el único patrimonio que tengo, si es que se puede llamar así, es esta casa toda cuarteada. Todavía tenemos miedo porque en cada temporada de lluvias poco a poco se lava la tierra. Pagar renta como la mayoría de los damnificados no podemos porque apenas sacamos para la comida- replica don Roberto mientras se  escarba de entre los dientes los residuos de alimentos. Es la hora del desayuno.

Donde un día había una barda de concreto ahora, ahora solamente penden unas lonas sujetas a unos trozos de madera. Don Roberto las recuperó en algún lugar de la ciudad; el color amarillo de esa tira de plástico propia de una empresa cervecera contrasta con el color verde de una lona de algún candidato que contendió por una diputación federal en las pasadas elecciones.

Ambas tiras de plástico, delimitan a la vivienda con la zona de barranco y una parte de calle que no fue destrozada por aquella fuerte corriente de agua. Es la frontera entre una vivienda maltrecha y un hondo barranco de suelo falso.

Las autoridades encargadas de llevar el proyecto de reubicación, -al parecer es Sedatu revela don Pedro- les han dicho que este año van a quedar listas las casas que están construyendo allá por el Jobo, a unos ocho kilómetros de ahí de la colonia Seis de Junio; serán trasladados hasta ese lugar pese a que en muchos existe resistencia porque las viviendas son pequeñas y no tienen el mismo valor de las casas que el agua les arrebató.

-Así nos traen desde el año pasado, nos dicen que ya van a quedar listas las casas pero la verdad no nos han dicho que tan avanzada va la construcción. Aunque la verdad ni nos queremos ir para allá- la exclamación de don Roberto va acompañada de la queja de su esposa quien en ese momento sale de su vivienda a cuestionar  la presencia del reportero y el fotógrafo.

-¿Son del Gobierno o de dónde son?- cuestiona con una expresión de fastidio. Las largas que les han dado las autoridades  a la solución definitiva a esa problemática la mantienen con carácter de hastío e incredulidad. Don Roberto le reitera que son otra vez los reporteros que quieren saber como van las respuestas de las autoridades.

-Ya ni les creemos. Hace seis meses nos dijeron que ahora en diciembre iban a quedar listas las casas, pero ahora nos dicen que hasta mediados del otro año, la verdad ya nos aburrimos, mientras tenemos que vivir acá con el Jesús en la Boca- la expresión de la esposa se detiene al escuchar el sonido de la cámara a la que voltea a ver con desdén.

A unos 30 metros de la vivienda de Don Roberto se ubica otra que se salvó de ser llevada por el agua, en ese espacio descampado que hay entre ambas construcciones ocurrió el deslave y ahí se encuentran varios montículos de concreto atiborrados de maleza.

En esa vivienda vive doña Rosa, señora de la tercera edad quien desde la fecha del desastre decidió rentarla para no salir a otro lugar más lejano. Tiene que pagar 600 pesos mensuales a un profesor por esa construcción en obra negra la cual  ha se ubica a un costado de donde quedaba su casa.

De su antigua vivienda, sólo queda un muro en pie. La viejita se acerca y toca esa pare de construcción como sacando de su mente las historias de los más de 15 años que ahí vivió.

-Aquí quedaba un cuarto de mi hijo, allá estaba la sala y lo que ve usted ahí era la cocina- señala hacia un montículo de concreto apunto de desaparecer por la maleza.

 –Mi cuarto quedaba ahí donde está lleno de tierra, el cuadro quedó completo pero lleno de tierra- vuelve a revirar. Comenta que su hijo se fue a vivir a otra colonia de Tuxtla y ella decidió quedarse sola en esa construcción de obra negra.

Igual que don Ramón, se fastidia cada que le preguntan si sabe del lugar a donde la van a reubicar; su carácter fuerte y su forma de expresarlo lo dice todo.

-Yo no he ido, mi hijo ya fue a verlo pero dice que están bien pequeñitas las casas, no valen ni la mitad de lo que nosotros teníamos aquí. Lo que me da coraje es que nos van a mandar en casa de la chingada, saber  donde madres es-  la razón se la da ella misma al pasar lista de todas los servicios que existen en esa colonia; por ahí se ubica un centro comercial, la central de abastos, el hospital Gómez Maza y otros servicios.

Doña Rosa confía que la misma situación que ella  viven, también la pasan varias familias  porque tienen que pagar renta mientras les entregan las viviendas que el gobierno les prometió, otras tantas lamentablemente, asegura, regresaron como don Roberto a ocupar sus antigua vivienda pese al peligro que ello representa.