ONG acusa al Partido Verde de apoyar fuerzas paramilitares en cinco municipios de Chiapas.
Activistas de derechos humanos denuncian el vínculo entre el Partido
Verde Ecologista de México y grupos paramilitares de Chiapas. Una
problemática que agrava la falta de institucionalidad en el estado,
aseguran.
El Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas (Frayba)
denunció que el partido Verde Ecologista de México (PVEM) está vinculado
con el grupo paramilitar Paz y Justicia en los municipios de Tila y
Sabanilla en el norte de Chiapas.
“Nosotros que hemos trabajado la zona
desde hace muchísimos años conocemos perfectamente la presencia de este
grupo de Paz y Justicia, y su vínculo que tienen con los partidos
políticos, sobre todo en este momento con el Partido Verde Ecologista”,
dijo Jorge Luis Hernández, coordinador del área de incidencia en la
organización.
El partido ganó ambos municipios en las
elecciones de junio en coalición con Nueva Alianza. Esta acusación
respaldaría la también hecha por parte de ejidatarios de Tila, quienes
el 26 de diciembre, acusaron al apoderado legal del ayuntamiento de
Tila, Édgar Leopoldo Gómez Gutiérrez de amedrentar a los locales a
través del grupo paramilitar Paz y Justicia.
“Digamos que desde la última elección
que fue en julio, en donde el Partido Verde Ecologista hace una elección
de estado [en referencia al respaldo del Gobierno estatal a los
candidatos del PVEM], y se da una situación de violencia y de temor,
obligando a la gente a votar por este partido. Pues los ejidatarios en
realidad se molestaron mucho”, dijo Hernández.
El centro refirió que desde entonces el
cargo de la Presidencia Municipal no se ha podido ejercer desde las
oficinas del Ayuntamiento en la cabecera municipal, sino de manera
itinerante.
Lo que también obedece, de acuerdo con
Hernández, a la disputa que mantienen los ejidatarios de Tila para que
las autoridades les devuelvan 130 hectáreas, que de acuerdo con una
resolución presidencial de 1934 les pertenecen, y de las cuales la
cabecera municipal ocupa 52 hectáreas.
Los ejidatarios, que toman decisiones
bajo un gobierno comunitario de asambleas, llevan esperando cinco años
la resolución de un amparo en la Suprema Corte de Justicia de la Nación,
que impidió una resolución de un tribunal agrario en el 2008, el cual
había fallado a favor de devolver las tierras a los ejidatarios.
Además del apoderado legal del
ayuntamiento de Tila, en el comunicado del 26 de diciembre, los
ejidatarios señalaron de tener vínculos con los grupos paramilitares a
cuatro personas más, de la zona baja de Tila, identificadas como: Mateo
Rey, de la comunidad de Cruz Palenque, a Mateo Guzmán, de Agua Fría, a
“don Pascual” de el Lima.
“El grupo Paz y Justicia nunca fue
desmantelado como tal. Desde la década de los 90 hasta el 2000 fue
cuando realizaron sus acciones mucho más ofensivas. Pero a partir de ahí
la estructura como tal nunca fue desarmada, ni desmantelada”, detalló
Hernández.
Además, descartó que la presencia de
este grupo paramilitar se tratase de uno distinto a Paz y Justicia
“porque el control territorial lo mantienen ellos, y está bastante
focalizado en la zona norte de Chiapas”.
Un informe del Frayba titulado “La
paramilitarización en la Zona Norte de Chiapas. El desarrollo de Paz y
Justicia, de acuerdo a Paz y Justicia“ del 2004 refirió que dicho grupo
paramilitar surgió en 1995 a raíz de la necesidad del Gobierno federal a
través del Ejército mexicano de llevar acabo ”estrategias de Guerra
Irregular [sic] para lo cual fue necesaria la creación de grupos
paramilitares”.
Con especial presencia en los municipios
de Tila, Tumbalá, Sabanilla, Yajalón y Salto de Agua, para mantener una
guerra de baja intensidad en contra del Ejército Zapatista de
Liberación Nacional (EZLN).
Por su parte el especialista en
seguridad, Pablo Monzalvo, refirió que el fenómeno de los grupos
paramilitares en la actualidad no está relacionado con la pérdida de
protagonismo político del Ejército Zapatista de Liberación Nacional
(EZLN).
“Esto está relacionado con la debilidad
del Estado local, y nada tiene que ver con el EZLN, que es una quimera
política social, que efectivamente en los tiempos de Salinas tuvo una
preponderancia”.
“Sin embargo, la pobreza y la ignorancia
siguen siendo un caldo de cultivo, de los grupos del poder fáctico. Y
no sólo en Chiapas sino en Guerrero, y otros, donde vemos que la gente
toma la justicia por su mano”, agregó.
De acuerdo con datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) del 2014, en Chiapas el 76 por ciento de la población se encuentra en situación de pobreza, de las cuales el 44.4 por ciento se ubica en “moderada” y el 32.2 por ciento en “extrema”.
Además, los datos oficiales reflejan que
el 30.7 por ciento de la población padece de rezago educativo, el 82.8
por ciento seguridad social y el 78.7 por ciento vive con un ingreso
inferior a la línea de bienestar.
Monzalvo refirió que estos grupos
también han surgido en otros estados como Guerrero y Michoacán, donde el
Estado es débil y la corrupción hace que las autoridades se confabulen
con las fuerzas fácticas.
“Ese es un error jurídico no se puede
establecer una diferencia [entre paramilitar y autodefensa]. Y desde el
punto de vista social, tampoco, porque los paramilitares siguen una
tendencia policiaca. Son grupos que están al margen del derecho”,
explicó.
No obstante, diversos líderes de opinión han advertido de las repercusiones que ambos representan.
“El fenómeno de autodefensas es el
inicio del paramilitarismo. Así empezaron en Colombia los grupos de
civiles en 1990, para defenderse de la guerrilla de las FARC. Los
pobladores fueron armados por ganaderos, empresarios, políticos,
militares […]. Se convirtió en una organización paramilitar, responsable
de miles de asesinatos de civiles y campesinos”, opinó en una columna
publicada en SinEmbargo en el 2013, Sanjuana Martínez. Vía SinEmbargo
No hay comentarios.:
Publicar un comentario