Cuando en alguna ocasión Andrés Manuel
López Obrador se refirió de una forma por demás grosera y despectiva a
las instituciones en México con aquella frase de “al diablo con las
instituciones”, jamás nos hubiéramos imaginado que tenía toda la razón y
el grado descomposición que el tabasqueño percibía desde aquel momento
de las áreas de gobierno que sirven para administrar, controlar y
sancionar las posibles desviaciones que en el marco del desempeño puedan
cometer los funcionarios, empleados y servidores públicos, así como
para regular la conducta de los gobernados frente a dichas
instituciones. Descomposición que hoy en día se traducen en la más vil y
descarada actuación de dichos servidores públicos y funcionarios,
quienes más que servir al pueblo se sirven del puesto y hoy por hoy en
México enfrentamos la más severa crisis institucional, en donde cada uno
lleva agua a su molino y se roban hasta los mingitorios de los baños de
los edificios a donde llegan a saquear todo el dinero que encuentran al
grado que los demás empleados tienen que llevar su propio papel de
baño, agua para tomar y ya ni se diga, material de oficina, entre
lápices, hojas blancas, mucho menos tinta para las impresoras y
mantenimiento a los equipos los cuales una vez que comienzan a fallar se
quedan arrumbados y los pobres trabajadores tienen que salir corriendo a
imprimir a un cibercafé o a otra oficina porque de lo contrario los
“jefes” se molestan si el trabajo requerido no está a tiempo. Lo antes
descrito es un signo inequívoco de esa descomposición y crisis en el
gobierno, pero que no se queda ahí, sino que va mucho más allá pues al
no contar con las herramientas necesarias para su funcionalidad, las
áreas del gobierno que son de atención y servicios al público, generan
un verdadero caos y un atraso que repercute directamente en la sociedad
que ni por error deja de pagar sus impuestos. Y por si esto fuera poco,
los órganos de control que tienen dentro de sus funciones principales
las de reconvenir y sancionar a los servidores que no cumplen con sus
funciones como debiera ser, es más desvían descaradamente los recursos
públicos, los titulares de esos órganos de control, son más corruptos
que ni mandados a hacer. En Chiapas tenemos varias muestras de ello, por
ejemplo la corrupción y saqueo de las finanzas del erario son por demás
evidente, pero nunca hemos escuchado o leído que la Secretaría de la
Función Pública requiera o amoneste al secretario de hacienda por el
despapaye que se trae con las finanzas, además de que nunca hemos
sabido, ni por error, que el Órgano de Fiscalización Superior del
Congreso del Estado (OFSCE) requiera a algún funcionario de la
Secretaría de Infraestructura, por el relajo en la obra pública, es más
por el cúmulo de obras fantasmas que existen a los largo y ancho de la
geografía chiapaneca. Al titular del OFSCE, Manuel Pulido López, se le
ha hecho más fácil extorsionar a quienes traen de cabeza a las
instituciones y exigirles dinero a cambio de corregirles la plana, que
ejercer con responsabilidad su función de auditar y aplicar la ley en
donde se requiera. Pero sin duda en el pecado habrán de llevar la
penitencia y quienes ahora se mofan y han llevado a la catástrofe a
Chiapas y a sus instituciones pronto habrán de ser alcanzados por la
espada de la justicia y de ella no hay quien se libre (…) Hablando del
rey de Roma; lo que vimos y vivimos en el caso del Instituto de
Elecciones y Participación Ciudadana en Chiapas y los consejeros que
fueron sometido al escrutinio del Instituto Nacional de Elecciones
(INE), es prácticamente lo que corrobora lo arriba expuesto. Es
increíble la manera como se ha ido degradando el servicio público y el
solapamiento a las prácticas deshonestas de quienes tienen el deber de
vigilar que las cosas se cumplan a toda cabalidad. Haberse guardado una
sanción ejemplar sólo hace que la sociedad ratifique la putrefacción que
existe al interior de este tipo de órganos que jamás podrán ser
independientes ni mucho menos actuar con autonomía, pero que la
desconfianza social en este tipo de órganos para las próximas
elecciones, sin duda será máxima y lo que una vez más queda corroborado
es que el sistema de partidos políticos, conjuntamente con todas las
instancias habidas y por haber para vigilar el actuar de esos partidos,
han quedado obsoletas, y no sólo del sentir ciudadano, sino del propio
marco legal que los rige o deberían regirse, pues son los primeros que
se encargan en pisotear su propia honra. Pero bueno, digamos que esto es
lo último que le importa al sistema gubernamental, pues ya perdieron
hasta la vergüenza y todo principio de orden que era lo último que les
quedaba. Por lo pronto aquí en Chiapas, los consejeros del IEPC
encabezados por su presidenta, Lourdes Morales, quedan como los más
bandidos de la historia de ese órgano “autónomo” (… ) por hoy es todo,
nos leemos en el próximo En Resumen…
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