75 días de plantón no es cualquier cosa. Y a pesar del respeto que
merece este largo camino de dos meses y medio de lucha, el Estado sólo
vacila sin ofrecer respuestas serias. Hay una clara estrategia de
desgaste, no hay respuestas, sólo largas a un problema que la
Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), la
presenta de forma precisa y simple: abrogar la “reforma educativa”.
Si bien el gobierno se sienta a la mesa y presenta un discurso
conciliatorio, a través de sus medios masivos vocifera, una y otra vez,
que no hay nada que negociar. Hay una burla, un juego no sólo en el
manejo del lenguaje y del tiempo, también en la esperanza de la base
movilizada. Pero esta burla no sólo es hacia la CNTE, también es una
burla al pueblo en lucha y a ese pueblo que el poder denomina
“auditorio”, “mercado”.
No es preciso ser especialistas para saber que si el gobierno se ha
sentado a negociar (muy a su pesar), significa que tiene que ofrecer
algo a la demanda de la CNTE que, ya se dijo, ha sido muy clara, sin
embargo, en fuera de la mesa, el gobierno le hace saber a tod@s que “la
ley no se negocia”, o sea, deja claro que va a la mesa para no negociar,
sino a ganar tiempo. El movimiento magisterial ha evidenciado ese
tosco lenguaje: el cinismo, propio del poder y su decadencia. Pero ha
dejado en evidencia otras cosas: el miedo de la clase gobernante a la
movilización social y la patente ineptitud de unos advenedizos
empresarios-gobernantes.
Sentarse a negociar (o simular la negociación mientras en su
verdadera lengua, la mediática, diga otra cosa), y mantener ese espacio
de negociación, indica que los gobernantes no tienen la capacidad de
establecer otra forma de relación de dominio (aunque sea simulado) hacia
la CNTE. De otro modo habría “atendido” el problema de otras maneras
sin recurrir a estas instancias. Pero no ha sido capaz de eso, ni
haciendo uso de la represión policíaca, ni repitiendo la mentira a
través de los medios masivos.
A esas armas, de por sí poderosas, le agrega ahora la presión
descarada de quienes verdaderamente gobiernan este (y cualquier) país:
la clase empresarial.
Las declaraciones de la Confederación Patronal de la República
Mexicana (COPARMEX), que en los últimos días han sido reiteradas, se
suman a una coyuntura que, presumiblemente, observan allá arriba:
desgaste del movimiento a dos meses y medio de lucha (represión
policíaca + persecución política + cansancio + desgaste económico +
descrédito social del movimiento derivado del permanente e intenso
ataque mediático).
Es el momento para que, piensan ellos, puedan llevar a cabo otra
ofensiva represiva (ya sea través de sus múltiples cuerpos de represión,
grupos de choque, mecanismos “legales”, ONG´s a modo, etc). Ha pasado
más de un mes después del ataque al pueblo de Nochixtlán, ha pasado un
mes después de la pausa que calcularon a través de las mesas de
“diálogo-negociación”.
Entonces ¿Le apuestan a que es tiempo suficiente para el olvido? Han
apostado a dividir a la sociedad civil solidaria al magisterio con
campañas de odio y descrédito hacia l@s docentes; han apostado a dividir
internamente al movimiento (como siempre lo han hecho en esta y en
otras luchas); han apostado al cansancio y al miedo. ¿Cuál es, ahora, la
estrategia (si la hay)?, ¿el olvido y la indiferencia de la sociedad
civil hacia la CNTE para llevar a cabo las beligerantes órdenes de los
patrones?
Si acaso es un tema de memoria, conviene que recuerden (ustedes):
Nochixtlán, donde el pueblo lejos de huir, enfrentó valerosamente a
policías y paramilitares; San Cristóbal de las Casas, donde el pueblo
lejos de acobardarse, recuperó el bloqueo y aumentó su rabia; San Juan
Chamula, donde su montaje, aunado a los años de la siembra de odios,
hizo que todo se saliera de (su) control.
El EZLN se los advirtió.
No, no entendieron.
No, no entendieron.
La crisis que hoy prevalece es seria y muy compleja, pero en nuestros
territorios, a ésta también abona la ineptitud de los políticos y
empresarios que “gobiernan”.
“No puede sostenerse una mesa de diálogo con quienes, en este mismo
momento, siguen en las calles impunemente violando la ley”, asegura
Gustavo de Hoyos, titular de la COPARMEX. “El Estado mexicano pareciera
estar perdiendo la batalla frente a unos cuantos que violentan
sistemáticamente la ley”. No sabemos si el titular de esa patronal se
refería a l@s maestr@s o a los empresarios y políticos cuya historia de
delincuencia, corrupción y alianzas con el crimen organizado, no es un
misterio para la población.
“Me parece que hemos aprendido del proceso. A lo mejor se hubiera
podido considerar antes de emitir las leyes, cuáles podrían ser los
diferentes escenarios de sus consecuencias. Eso es algo que no se hizo, y
ahora estamos aprendiendo”. Plausible que la especialista Sylvia
Schmelkes (redactora de facto de la reforma educativa), esté
aprendiendo, sólo que es lamentable que sea hasta ahora, después de
tanta sangre derramada “en ese proceso”, que se le ocurra sospechar que
debió hacer, antes, lo que ahora le parece necesario hacer.
“No hay nada que tratar, no hay diálogo respecto a ninguna reforma
educativa porque esa reforma educativa le está ayudando al país, a los
jóvenes, a los niños, a los maestros, así que no hay que tratar nada
respecto a una reforma”. Si esto es lo que el Secretario de Gobierno,
Osorio Chong, afirma a los medios, ¿por qué sigue en una mesa de
negociación que busca, justamente, abrogar la reforma educativa?
Los patrones llaman minoría y delincuentes a las mayorías que luchan
por sus derechos (empleo y educación); los “intelectuales” de la
“reforma educativa” no son capaces de procesar información en una simple
entrevista, ni articular ideas sencillas para sus respuestas y vomitan
galimatías sorprendentes; los políticos son incapaces de generar
argumentos, o al menos disfrazarlos, para confundir al pueblo, como es
su intención.
Ni en la beligerancia patronal de Hoyos; ni en la monserga
intelectual de Schmelkes; ni en la ineptitud y desvaríos políticos de
Chong; o en el farfulleo idiota de “comunicadores” tipo Dóriga, se
vislumbran respuestas serias hacia el digno movimiento de la CNTE, y
sobre todo, al digno apoyo y movimiento popular solidario. Allá arriba
no hay méritos ni capacidades, las únicas armas que poseen son la
violencia y la mentira, el intelecto pasa desapercibido.
Esta clase gobernante empresarial-política pretende ganar esta guerra
(su guerra), sin presentarse a una sola batalla, sin blandir una sola
arma y con la violencia y la mentira como argumento. La apuesta al
cansancio, al error del otro, no a los méritos propios.
Hubo un tiempo en que los que gobernaban era una clase que ganaba y
defendía, por la fuerza, sus títulos y su poder en los campos de
batalla. Hoy, sólo hay una pandilla de niños ricos heredando plazas que
“defienden” con las estructuras de represión, también heredadas, en
batallas desiguales a su favor. No hay un solo mérito entre esos que se
desgañitan alrededor de términos como: competitividad, honradez,
eficiencia, éxito, calidad, etc.
Y, aun así, tienen el cinismo de juzgar-para-reprimir a quienes
defienden sus derechos conquistados a través de largas luchas,
desiguales en su contra. Vía Pozol Colectivo
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