Por El Centinela.
Circulaba fuera de ruta y fuera de control. El colectivo 123-14 impactó al taxi 1446. El culpable huyó. Casi siempre es así. Tras una peliculesca persecución, el prófugo provocó otro choque con un auto y luego remató en una casa.
“Ya lo agarramos. Se nos quiso pelar, pero no contaba con nuestra unidad”, dice el hombre por teléfono mientras pide una patrulla de Tránsito.
La unidad oficial llega y con ella tres peritos de Vialidad capitalina.
-Quien traía el taxi - pregunta el comandante. UN joven levanta la mano y comienza a narrar los hechos.
- Me pegó por atrás, en el libramiento Sur y entrada vieja al Zoológico, por la Caminera. Se huyó y lo perseguimos (tres taxis).
- ¿Y el colectivero? – Insiste el comandante. El taxista señala hacia la unidad que está sobre la acera, atravesada, pegada a la barda de un taller.
El oficial camina lento hacia el colectivo accidentado. Adentro un joven cabizbajo, escucha la orden del agente.
- Dame tus documentos. - El chofer abre la guantera y saca unos papeles.
- Esto es la póliza. No me sirve. Dame tu licencia y tu tarjeta de circulación.
El joven se agacha de nuevo. Dice que no tiene licencia. Y para justificar su carencia indica que su patrón es “el chino Julio Chong”. “Allá está con el otro agraviado”, indica.
El comandante sonríe.
El joven colectivero cree, como el resto de sus colegas, que trabajar para “el chino Chong”, es suficiente aval para no portar licencia. Y les importa un comino circular fuera de ruta. Y les vale un bledo chocar y huirse. Es que el “Chino Chong” es dueño de un sinfín de concesiones. Y si pudo pasar por encima de la ley para hacerse de las concesiones, parece que (según sus empleados) puede arreglar cualquier accidente con solo sus ojos rasgados.
Y El “Chino Chong” llega. Y ofrece pagar todo.
Una mujer está en la clínica Divina Providencia, en la 3ª Poniente y 14 Sur. Iba como copiloto en el coche tipo Topaz, color blanco, placas M79ANA, de la Ciudad de México.
Este automóvil transitaba de poniente a oriente sobre la 15 Sur, cuando el colectivo que huía de sur a norte sobre la 4ª Poniente, lo embistió.
En vez de quedarse a pelear por el daño material, el agraviado llevó a su esposa al doctor.
Finalmente el perito de Tránsito arregló todo, con la ayuda de los ojos rasgados del “Chino Chong”.
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