¿Cómo se llegó al extremo de que ni el Presidente de México pueda visitar en cualquier momento un estado (Tamaulipas), porque no se puede garantizar su seguridad? Foto: Cuartoscuro |
Por Martín Moreno/SinEmbargo.
El viernes 26 de enero de 2018 quedará marcado, oficialmente, como la
fecha de la derrota histórica del gobierno de Enrique Peña Nieto ante
el crimen organizado: por decisión del Estado Mayor Presidencial (EMP),
se canceló la gira por Reynosa, Tamaulipas, ante la ola violenta
registrada en ese territorio dominado por Los Zetas.
En pocas palabras, significó la postración del Estado mexicano –
encabezado por el comandante supremo de las Fuerzas Armadas, que no es
otro que Peña Nieto-, ante el poderío, supremacía y violencia mostrada
por los grupos criminales que durante el gobierno actual, se han
consolidado e impuesto sus leyes en los estados que controlan.
Los Zetas, en Tamaulipas. Intocables.
E Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) cada vez más poderoso y
extendido en Jalisco, Michoacán, Veracruz, Oaxaca y varias entidades,
operando inclusive en Asia y Oceanía, sin que nadie los moleste.
Sí, en una decisión inédita en cuanto a razones; alarmante, en cuanto
al mensaje que se manda a la sociedad; histórica, en cuanto a
trascendencia negativa, el Presidente de México tuvo que suspender la
visita a Reynosa programada para ayer martes 30, donde inauguraría el
Libramiento Sur II. ¿La razón? La alta violencia que se registra en la
zona. Así de grave.
En una frase: ni siquiera el EMP es capaz de garantizar la seguridad
del Presidente de la República que, como millones de mexicanos, tendrá
que quedarse en casa, refugiado, ante el riesgo de sufrir un ataque por
parte de la cada vez más empoderada criminalidad.
El mensaje que se envía desde Los Pinos con la cancelación del evento
en Reynosa, es uno: los grupos criminales nos han ganado la batalla.
Hay territorios bajo su absoluto dominio y la fuerza del Estado no ha
podido con ellos. Tan peligrosos son, que ni siquiera el Presidente
puede estar seguro. Así de grave.
Y es que, en la recta final del gobierno peñista, la violencia
generada por el crimen organizado – disputas de territorios, ejecuciones
masivas, decapitaciones, ajustes de cuentas entre grupos delictivos y
muerte de civiles inocentes-, se ha salido de control. Nadie responde
por el baño de sangre que se vive un día sí y otro también en la mayoría
del territorio nacional.
Allí están las cifras: el gobierno de Peña Nieto registrará alrededor de 100 mil muertos por la violencia.
Ayer, los priistas se llenaban la boca al decir: “Es la guerra de Calderón”.
Hoy, también deberemos llenarnos la boca y revirar: “Es la guerra de Peña Nieto”. Además, perdida.
A unos cuántos meses de entregar el gobierno, Peña Nieto tendrá que
rendir el informe crudo respecto a su estrategia sobre seguridad:
fracaso absoluto en la lucha contra el narcotráfico, violencia fuera de
control y arrodillamiento de los mexicanos ante el poder de las armas
criminales.
Fracasó Peña Nieto en brindar seguridad.
Ese es el resumen.
*****
¿Cómo se llegó al extremo de que ni el Presidente de México pueda
visitar en cualquier momento un estado (Tamaulipas), porque no se puede
garantizar su seguridad?
Paradójicamente, fue una situación generada, entre otros factores, por una estrategia presidencial equivocada.
¿Cuál fue?
Minimizar el problema de la inseguridad heredado por el gobierno de
Calderón y hacer creer que con borrarlo del discurso oficialista, de las
primeras planas, del espacio principal en radio y televisión y de la
discusión pública, con solo eso se iba a terminar lo que el gobierno
acostumbra llamar “la percepción de inseguridad” que tienen los
mexicanos. Fue una irresponsabilidad criminal de Peña, Osorio Chong y de
las cabezas de seguridad del peñismo.
Soslayar el evidente enquistamiento de los cárteles de las drogas,
creyendo que con la recaptura del Chapo Guzmán se iba a desterrar la
violencia criminal del país. Ilusos. El Chapo está en Nueva York…pero
los grupos criminales – cada vez más fuertes e impunes-, continuaron
operando.
Ignorar el conflicto mayúsculo y la innegable guerra armada que se
vive en algunas zonas del país, sustituyendo la estrategia de seguridad
por la retórica, suplantando la acción responsable y de fondo por el
discurso gubernamental del “no pasa nada”, y en lugar de definir
acciones eficaces, la administración peñista se empecinó en desaparecer
la violencia por decreto, y ahora todos, incluido el Presidente, pagamos
las consecuencias de esa irresponsabilidad histórica: Peña nos deja un
país más violento, más inseguro y más impune, en comparación al que
recibió.
Creer que con entregarle la operación, estrategia y recursos para la
seguridad a la secretaría de Gobernación, igualmente por decreto se
acabaría con la violencia. Eliminar desde diciembre de 2012 a la
secretaría de Seguridad Pública federal – en un lance más de imagen de
gobierno que de responsabilidad en las políticas públicas respecto a la
seguridad-, fue un gravísimo error de Peña Nieto. Considerar que Osorio
Chong, elevado al rango de “súper secretario” y “súper policía”,
amedrentaría a los cárteles de la droga. ¡Sí, cómo no! Otra vez ilusos,
por no decirles otra cosa: no solo la estrategia no funcionó sino que,
en sentido contrario a lo que se esperaba, la inacción terminó
beneficiando a los grupos criminales y en particular, lo que despierta
suspicacias, al CJNG.
¿Dónde está la malograda Gendarmería Nacional tan cacareada por Peña
Nieto y Osorio Chong? En la basura, como tantas otras ocurrencias
oficialistas.
Un fracaso, la lucha contra la inseguridad.
Fracaso absoluto de Peña y de su equipo.
Allí están las cifras, que no mienten. Los hechos delictivos irrefutables.
Y allí, también, el baño de sangre que no cesa.
*****
El sexenio se acaba y la inseguridad aparece por todos lados.
Ciudadanos aterrados que saben cuándo saldrán de casa, pero no si
regresarán. La violencia está en cada ciudad, en cada esquina, en cada
calle.
¿Y Peña? Quejándose de las redes sociales.
¿Y Osorio Chong? Buscando una senaduría.
¿Y Tamaulipas? Bajo dominio de Los Zetas.
Así las cosas.
TW: @_martinmoreno
FB /MartinMoreno
Vía SinEmbargo
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