Cuando el exlíder del Partido Verde
Ecologista de México (PVEM) en Chiapas, Eduardo Ramírez Aguilar, empezó
con su “Movimiento por la Dignidad” sabía perfectamente a qué le estaba
apostando. Es decir, conocía que desde el centro del país no tenía
ninguna posibilidad, que no era bien visto y que al no construir las
relaciones que le permitieran competir realmente para estar en la
sucesión gubernamental, no le quedaba más que seguir montado en una
estrategia en la que arrastró a un buen número de ilusos a los que les
exigió lealtad.
Su movilidad siempre persiguió un
fin político, pese a que sabía (como ya he dicho) que no habla el
lenguaje del centralismo. Tirar al cielo y pegarle a una nube ha sido
una estrategia que es implementada en las antesalas de cada uno de los
comicios por todos los políticos de cualquier instituto. Mire ahora el
sendero por el que transita rumbo al Senado. De ser un férreo defensor
del verdeecologismo pasó a una mutación extraña al imponerse (vaya
ironía que contrasta con su Movimiento por la Dignidad y sus acusaciones
de imposición) en el Movimiento Regeneración Nacional (Morena), sin
importar que no corresponda ni a esos colores ni a esa ideología, y
mucho menos que su arribismo se dio por sobre quienes han trabajado en
pro del proyecto de nación de AMLO.
Así, quien fue líder del PVEM en la
entidad, quien estuvo como secretario general de Gobierno en este
sexenio de Manuel Velasco Coello y quien se aferró a cambiar de color a
Chiapas sin importarle que se rompieran las hegemonías del tricolor y se
vejaran los usos y costumbres (con los resultados catastróficos y de
sangre que ya conocemos en municipios como San Juan Chamula, Oxchuc y
San Pedro Chenalhó), se encuentra en camino, junto a la otra
verdeecologista y exdelegada de Prospera, Sasil De León Villard, rumbo a
una curul de la Cámara Alta siendo ahora “la esperanza de México”.
Era de esperarse que la Nueva ERA
que anunciaban con bombo y platillo no cuajaría a la primera, como
muchos lo vaticinaron. Pero dicen las lenguas que loan a Eduardo Ramírez
y las de quienes se autoproclaman sus más fieles analistas, que es la
misma estrategia que implementara Manuel Velasco Coello en el 2012. Es
decir, que el hoy candidato de Morena se llevará seis años en el Senado
para poder recorrer todos los municipios de Chiapas y así buscar,
nuevamente, aparecer en las boletas del 2024 rumbo a la sucesión
gubernamental. Ya veremos, primero, si llega al Senado, y segundo si
todo se da como aseguran. Pero la apuesta está ahí.
No sé si haya algún tipo de pacto de
Ramírez Aguilar con alguno de los candidatos que estarán en las boletas
este 2018 en estos momentos. Y digo que no lo sé porque todo puede
existir en este devenir político en el que nos han mostrado, al menos en
esta antesala electoral, la forma tan cínica en que se pueden mover las
cosas, en que se puede jugar con el electorado, aunque al final parezca
ya que son cosas escritas (sin prescripción médica) donde la democracia
es un juego y las elecciones mero trámite para muchos de los actores en
escena.
Por eso, creo, no me sorprende ver a
Sasil De León y a Eduardo Ramírez Aguilar en Morena. Se trata de votos y
de prerrogativas, de dinero pues más que de ideología. Se trata de que
el proyecto catapulte a AMLO y no de lealtades ni de trabajo de bases ni
de militancia ni sentimentalismos. Se trata de un proyecto de nación
que va más allá de la exclusión de lo más pútrido de la política local. Y
por eso vemos los rostros, que otrora cobijaran otros colores,
refugiados en el partido que muchos creyeron había nacido como un cambio
verdadero. Difiero totalmente que sea así y respeto a quienes lo siguen
pensando. Lo cierto es que a Morena y a su líder López Obrador les
corresponde luchar contra el mal llamado “sistema” que es una maquinaria
perfectamente estructurada y la única forma de estar dentro de ese
pleito, de estar en igualdad de circunstancias, es usar el mismo tamaño
de guantes y acoplarse a la misma estrategia (guste o no).
Es un agandaye de ERA, me dicen. Sí,
sí lo es. Es una imposición, afirman otros. Sí, puede ser, aunque en el
argot político se denominan acuerdos o pactos y tiene que ver con el
futuro y con seguir vigentes dentro de la repartición del pastel
económico anual y la vida de los partidos y sus políticos. Todo funciona
de ese modo. Quien piense lo contrario debe leer un poco de ciencia
política y revisar la historia, y alejarse de fanatismos, porque este
engranaje se ve moviéndose claro y firme ante el malestar que generan
las imposiciones y los desánimos por los movimientos que se dan y que
pocos, muy pocos, entienden.
Manjar
El Instituto de Elecciones y
Participación Ciudadana (IEPC), a través de su Consejo General, aprobó
que la coalición parcial “Todos Por Chiapas”, que conforman el Partido
Revolucionario Institucional (PRI), Partido Verde Ecologista de México
(PVEM), Chiapas Unido y Podemos Mover a Chiapas, postule candidaturas en
22 Distritos. Asimismo, la candidatura común que conforman el PRI y
Panal postulará sólo en dos distritos: el I de Tuxtla Gutiérrez y V de
San Cristóbal de Las Casas. #RumboALasUrnas // La recomendación de hoy es el libro El estado democrático postnacional de Clicerio Coello Garcés y el disco El profeta del nopal de Rodrigo González. // Recuerde: no compre mascotas, mejor adopte. // Si no tiene nada mejor qué hacer, póngase a leer.
* Miembro de la Asociación de Columnistas Chiapanecos.
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