En 5 a 10 años sino se hace algo inmediatamente se establecerán y será más difícil erradicarlo
Ezequiel Gómez García
Los ecosistemas de los ríos Grijalva y Usumacinta los más caudalosos del estado, podrían ser
infestados por el pez diablo; en ríos,
lagos y presas del país se comporta como
tal como no tiene depredadores naturales ha desplazado a especies nativas, lo
que representa un serio riesgo no sólo para la ecología sino para la
sobrevivencia de miles de pescadores afirmo El secretario del Medio Ambiente e
Historia Natural, Ricardo Hernández Sánchez.
En Chiapas los ríos Usumacinta y Grijalva tienen un grado de
afectación por la presencia del pez diablo, esta que es una especie invasora
que si tiene mayor presencia en
afluentes como el rió Tulija donde se cree que hay millones de ejemplares.
Esta especie es difícil de controlar, pero la Secretaria del
Medio Ambiente e Historia Natural cuenta con un proyecto para tratar de
eliminar esta plaga que devora a ejemplares nativos como la pigua y el bagre.
“El rió Grijalva en su parte baja ustedes saben que el rió Grijalva
fluye hasta Tabasco tiene ya algún grado de afectación sobre todo muy cercano a
la zona de Tabasco y debemos de ser muy cuidadosos para que no invada la parte
alta, finalmente recordemos que en el rió Grijalva hay una serie de presas por
donde podrían migrar a la parte
superficial, en el rió Usumacinta todavía no contamos con informes de que haya invadido, nosotros pensamos que si
en la parte baja sobre todo hacia Campeche y Tabasco”
Lo cierto es que este pez, cuyo nombre científico es
Hypostomus Plecostomus, se ha convertido en una seria amenaza para los
ecosistemas acuáticos del sureste mexicano, según reconocen especialistas y
autoridades y si no se hace algo inmediatamente en 5 o 10 años se va a
establecer y entonces va a ser muy difícil erradicarlo.
Hernández Sánchez indicó, que como otras especies invasoras, el Pez Diablo
llegó a México con el llamado "efecto Nemo", en alusión a la película
de Disney: Aficionados a la cría de peces de ornato los importaron de
Sudamérica para aprovechar algunas de sus habilidades.
La especie suele alimentarse de algas y desechos de comida,
por lo cual muchos le llaman "limpia peceras". El problema es que, al
crecer, muchas personas les abandonan en ríos o lagos y eso causa su
diseminación.
Los primeros ejemplares fueron detectados en 2003 en el
norte del país, pero ahora la Comisión Nacional de la Biodiversidad (Conabio)
reconoce su presencia en estados del centro, oeste y sureste del país.
Además, busca su alimento en el lecho de ríos y lagos, y con
frecuencia consume también los huevecillos de otros peces, como bagres y
tilapias. Así, en poco tiempo, sólo las crías del Plecostomus sobreviven.
Un factor adicional es que su depredador natural, el
cocodrilo, sólo habita en algunas regiones del estado.
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